Educar tiene dos vertientes, por un lado consiste en la transmisión de una serie de valores y principios éticos imprescindibles para que el individuo pueda vivir en sociedad. Mientras que su otra faceta fomenta al aprendizaje de conocimientos que doten a los niños de las habilidades, capacidades y destrezas necesarias para desenvolverse en la vida.
El sistema educativo existente en España pese a sus múltiples vaivenes normativos se centra desde que se promulgó la LOGSE en la enseñanza de tres tipos de contenidos:
- Conceptuales: como su propio nombre indica hacen referencia a conceptos, hechos y datos.
- Procedimentales: se enfocan en el aprendizaje de técnicas y procedimientos.
- Actitudinales: tienen como núcleo la transmisión de valores, normas y actitudes.
Como es obvio aunque en los centros educativos se trabaje la vertiente actitudinal siempre se hará de manera complementaria a la labor educativa de los padres, sin que se pueda prescindir de ninguna de las dos patas, ya que por ejemplo un aula tiene un papel insustituible a la hora de enseñar al niño a relacionarse con los demás o fomentar determinados valores como el compañerismo.
Los hogares y centros educativos como espacios esenciales para la formación a todos los niveles de los niños
Así pues, podemos señalar que los dos grandes espacios en los que se dirime la educación de un niño son el hogar y la clase, ya sea esta de primaria, secundaria o bachillerato. Esto además viene siendo así de manera invariable desde la universalización de la educación y todo parece indicar que permanecerá de este modo en el futuro. Pero ahora bien, lo que sí que ha cambiado ya y generará todavía más transformaciones es la irrupción de Internet en la educación, ofreciendo sus infinitas potencialidades para algo tan importante como es la formación de los niños.
Requisitos para un óptimo aprovechamiento de Internet en el aula
Pero para poder aprovechar todas las posibilidades educativas que brinda son necesarios que los dos grandes espacios protagonistas en el aprendizaje de los niños, los hogares y las aulas, cumplan tres requisitos básicos.
- El primero es que dispongan de los dispositivos necesarios, ya sean equipos de mesa, portátiles, tablets o pizarras digitales en el caso de las clases.
- El segundo es que cuenten con una adecuada conexión a Internet, robusta, fiable y que les permita navegar de manera rápida.
- La adaptación de los docentes a la incorporación en su día a día de trabajo de herramientas novedosas existentes en internet en los procesos de transferencias de contenidos al alumno, facilitando a estos la asimilación de conceptos.
El peligro de que se haga crónica la ‘brecha digital’
Si cualquiera de los elementos falla, ya sea en casa o en clase, se corre el peligro que se desarrollen fenómenos de ‘brecha digital‘ como los que se han producido durante el confinamiento, cuando muchos niños de familias con menor poder adquisitivo se tenían que adaptar a una enseñanza online careciendo de los recursos necesarios para hacerlo, ya fuese por ausencia de ordenadores en el hogar, por una mala conexión a Internet o incluso por la ausencia total de esta.
Esto además no es una mera cuestión puntual que se resolverá con el fin de la pandemia, ya que estamos en un contexto general de transformación digital a todos los niveles, que corre el peligro de generar un modelo educativo en el que no todos los niños tienen las mismas oportunidades porque carecen de los recursos esenciales que les garanticen un óptimo acceso a la red.
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